Érase una vez un colectivo que creían manso y tranquilo, digamos... acomodado. Fácil de maltratar a nivel laboral, aceptaban realizar su trabajo y además aquel que correspondía a otros. En cada centro reinaba la anarquía funcional, y como meros comodines, ampliaban sus tareas a aquellas que en los sitios vacíos de personal debían realizarse, e incluso las que no les correspondían por profesión y categoría.
Érase una vez una administración maltratada durante décadas, por quien gobierna en cada momento y con independencia de sus colores, que no es rentable, que no es deseable, y a la que es tan fácil culpar cuando no funciona, como debería corresponder, para los ciudadanos.
Érase una vez un colectivo sin medios, ni personales ni materiales, trabajando en con equipos y emplazamientos que en cualquier empresa privada no se hubiesen ni tolerado, y unos trabajadores que empezaron a hartarse, y mucho.
Érase una vez una huelga cuyas consecuencias presuponían que asumiríamos sin más, en la que se pregonaron como ciertas, afirmaciones que no lo eran, en la que se evidenció la percepción general, que el trabajo al parecer no recae sobre los cuerpos generales, sino sobre aquellos que rubrican las toneladas de expedientes que nosotros manejamos a diario.
Érase una vez una Ley cuya imposición veían posible sin ningún tipo de negociación, pretendiendo pasar desapercibida pero abriendo la puerta a que nos tratasen como mobiliario de oficina, sin seguridad, sin capacidad de elección de mi propio puesto de trabajo. Ese que no me han regalado, ese que tanto me he sudado, el que amo y odio a partes iguales con cada esfuerzo diario para llevarlo más o menos al día, mi preciado negociado que se está volviendo en mi contra y no por falta de esfuerzo, sino por exceso, exceso de abusos, de funciones, de presiones... y de repente una día... todo explota.
DE VERDAD NO VAS A FORMAR PARTE? ES QUE NO TE HAN DADO MOTIVOS SUFICIENTES, DESPIERTA!!!!!